Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2013
Pensaba quedarme calladita, seguramente es lo que debería hacer, pero rebosé. No puedo con "Parot". Ni con los pros ni con los contras. Cuando se hacen chapuzas hay que apechugar. Opino. Estrasburgo dice que lo hemos hecho rematadamente mal. Punto y a espabilar. Ahí estamos, no? Pues eso. Nos encontramos, sin comerlo ni beberlo (como si no tuviéramos bastante con el día a día que nos han preparad o), en una espiral inconcebible de odios propios y ajenos, cuando la inmensa mayoría de los españolitos de a pie somos buena gente y lo único que deseamos es una paz justa. No puedo meterme en la piel de las víctimas; sería, además, una especie de ejercicio masoquista y vano. Sí puedo, sin embargo, entender su dolor, su rabia, su desesperación... su odio incluso. Por eso, precisamente, han de decidir otros -Justicia- por ellos; es muy dificil ser ecuánime cuando vives dentro de un dolor tan insoportable, tan arbitrario, tan inútil.  Menos aún en la piel de los ases...
A veces, el silencio, te devuelve, como un precioso eco, voces amigas, voces cercanas que añoras y celebras; son  las voces de los que están contigo, aquí, allí... Y también  de los que se fueron. Nos regala de nuevo sus risas hasta compartirlas. Derrama su olor, compañía segura y confortable, para que, en ese aroma, nos envuelva el abrazo que perdimos. Recupera para nosotros caricias y miradas de pupilas limpias, valientes, amadas. Hace que regresen, guiándote hacia la luz, manos queridas, cálidas y protectoras. Nos concede entonces el inmenso consuelo de saberlos contigo. La esperanza. Otras, sin embargo, el silencio solo trae silencio. El de la ausencia lacerante, el de la herida. El silencio de la soledad. El de la nada.

Mi madre: geranio, rosa y oído de profeta

Mi madre: geranio, rosa y "oido de profeta" Como casi siempre que el cielo se vuelve gris, será por "lo tanto" que me gusta, me embarga una actividad febril que suele acabar en mi mini porche: lo dejo impoluto. Ventanas, cristales, mesa y sillas requetefregadas, plantas regadas sin la más mínima salpicadura de tierra. Me cambio de chancletas para no manchar y espero feliz, sin esperarlo, a que caiga el chaparrón de agua y t ierra. Ayer, mira por donde, me sentó casi casi mal... Se ahogarían mis plantas con esa lluvia furiosa y -ay, boba!- esperada? Había comprado un granado (granadito), un aloe de forma estrellada y un geranio. Sí, superado mi horrror infantil por los geranios (seguramente influenciado por lo soso del patio de mi casa frente a aquellos otros, de aquellas otras -muy "otras", ajenas - tias, llenos de palmeras, de claveles, de miles de plantas con colores y olores especiales, de rosales inmensos que parecían cuidarse solos),...