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Mostrando entradas de septiembre 18, 2011
Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido. Luis Cernuda
Luali Lehsan (1.972   Las manos Como las nubes, tus manos saben que la libertad es hija del viento y el cielo. Y tienen la opaca transparencia de las nubes, y la infinita bondad del agua. Porque son agua y como el agua son el principio de la vida Y tus manos saben sumergirse como notas de una canción perenne en las profundidades del alma y luego emerger con todas las luces de la esperanza. Porque todo en tus manos se revitaliza y baila y la vida se convierte en una danza que mueve las venas de la memoria Y tus manos son el umbral de la vida, la primera puerta siempre abierta y son la montaña donde habita el eco del primer llanto y son el mar donde navega el velero de la próxima sonrisa. Y son la barricada que cobija nuestros ojos de los polvos que ahogan los caminos Y por tus manos fluye el manantial de la vida, porque en ti habita la memoria de la semilla que sabe perpetuar el árbol, y porque en ti el universo es una mirada perpetua a la eternidad, a lo qu...
Dos manos Sobre las finas dunas se dibujan dos manos. Cuánta leyenda se arruga en la línea de la vida. Cuántas espinas duermen como el niño en la cuna. Cuántas manos aplauden con la ausencia de otras páginas gitanas. Cuántas manos se estampan para despistar a los cardenales de la profecía. Cuántos senos se acarician antes de escuchar el primer grito de la misericordia. Cuántos corazones esperan la vuelta para beber en los pezones de la auténtica frontera. Cuántos dedos separan la verdad de la mentira. Liman Boisha